16 de marzo de 2013

Va de vacas. Muuu...



Flora, Estrella, Careta y Mariposa.
Y restos de lágrimas en las mejillas con mocos secos en el dorso de la mano y un fuerte dolor abdominal eran con lo que me quedaba yo  –mira que cuadro, suspiraba mi madre, lástima de hijo... y de padre- después de que éste, mi profe particular, me hiciera desternillar de risa en el sillón con su previsible repertorio de absurdas comicidades. Deja ya al niño, que va a explotar, regañaba mi madre -no sé quien será más infantil: si el hijo, o el padre, pensaba-. No ves que acaba de comer, que solo tiene seis años y necesita algo más que estar diagnosticado de altas capacidades para entender esa retahíla tuya que parece no tener fin. Si ni siquiera esa historia es así… A mí, lo que me enseñó la catequista, fue que había que ahorrar en los tiempos buenos para cuando llegaran los malos, y no que unas pocas vacas gordas, gooordas, estaban  tan gordas porque no dejaban comer a las flacas, flaaacas, que estaban tan flacas porque unas pocas vacas gordas, gooordas… Duele la cabeza con solo pensarlo. Suerte que eres docente, que si no…

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