13 de febrero de 2014

Por una de 24

De puntillas 
Suspiró profundamente y recogió dos cubiertos Cruz de Malta caídos al suelo durante la cena. Comprobó que no había nadie que se chivara al catering, los ocultó en la chaquetilla, picó una aceituna, se lío la bufanda al cuello, y salió como si se hubiera acostado con el vecino de enfrente: de puntillas. Era lo convenido, 150 euros por servir la cena y salir pitando. ¿Cuántos te faltan?, le preguntó el noviete observando el botín de la noche. Dos tenedores y tres cucharillas de postre, para una cubertería de 24. ¿El cucharón? Lo tengo. ¿Y te arriesgas tanto por…? Mi madre, la pobre, nunca tuvo una.

2 comentarios:

  1. Se me había despistado tu versión de los cubiertos, y tengo que reconocer que me ha sorprendido gratamente. Tiene un punto tierno ese ladronzuelo de restos de cubertería.

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  2. El sorprendido he sido yo con tu visita. Gracias, Paula. Te pones a escribir y sale lo que sale, sin pensártelo...

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