7 de febrero de 2018

Ratas, ratas...

"...los gatos entraban tensos y acechantes..."
Los rincones vacíos de la casa ya desmantelada cobijaban ratas como liebres. Lo supe porque los gatos entraban tensos, escuálidos y acechantes y salían con la panza llena a reventar, bamboleándoseles de un lado a otro, como cuando te tomas tres platos de sopa en el albergue y el estómago te hace chocloc, chocloc. Gracias a ellas, superé varios inviernos que antes eran fríos y ahora son gélidos. Armé unas ratoneras y atrapaba una media de diez ratas diarias. Los laboratorios del centro decían ahí viene el flautista de Hamelin y me las pagaban a tres euros la pieza para sus experimentos.

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