¡Gracias, Pavlov! |
Un señor con levita parecido
a Pushkin se mete hasta la recepción
del hotel. Le atiende una recepcionista regordeta y colorada a la que llaman Matrioska. El que se parece a Pushkin saca un Kaláshnikov con la
intención de volarle a Matrioska la
tapa de sus sesos rusos. La recepcionista acciona la campanilla del mostrador
con la palma de la mano. El perro se lanza sobre el terrorista y le rompe el
brazo de una dentellada. ¡Gracias, Pavlov!, dice Matrioska mirando al techo.
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