El
puñetero ojo de la cerradura despertó con las voces de las empleadas al llegar.
Accionaron a ciegas el interruptor de la luz y se dispusieron a salir del
almacén. El mantenimiento lo hizo dando tropezones hasta la salida de
emergencia por la que escapó dando un portazo que agitó la superficie del café
que las empleadas tomaban a las siete de la mañana. Luego apareció la gobernanta
con un montón de ropa y, colocándose las greñas en su lugar, dio instrucciones
precisas de cómo planchar, doblar y guardar
aquellas prendas en los armarios. ¿Entendido, mojigatas? Pues a trabajar, que
para eso les pagan.
Bienvenid@s a CuatrocientosCuentos. Aquí encontrarás historias, vivencias, diálogos y relatos cortos salpicados de imaginación, creatividad, humor y sentido de la realidad. Adelante. Pasa. Espero que disfrutes (si te apetece, deja tus comentarios en las entradas. Gracias).
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11 de octubre de 2015
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