Fue la última vez que los vimos por el pueblo. |
Pero esta vez, ella lloró burlando la suerte.
Dos lágrimas escaparon mientras miraba al muchacho cuyas facciones delataban su
paternidad. El daos fraternalmente la paz no despertó siquiera unas mínimas
condolencias. Ahí te pudras, la oímos susurrar, mientras abrazaba al chico para
enfilar juntos la puerta de la iglesia, dejando atrás al cura, al bochorno y al
muerto. El párroco concluyó el oficio; para esto les pagan, nos dijo, y cuando alzamos
el cajón para dirigirnos al cementerio, se cayó una nota que decía: Adiós. Tus
hijos. Fue la última vez que los vimos por el pueblo.
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