-Solo hay bacalao, señor: A Casa do Bacalhau, dijo increíblemente empática.
-Ah, claro, ja, ja, en qué estaría pensando yo. No
iba a ser rape. Podría…
-Le sugiero el à brás. Le gustará.
Llevaba tres previsibles días en Lisboa y dos alucinantes minutos
entre pescado. Así que acepté la sugerencia, pedí cerveza y al “perdone el atrevimiento…” me señaló el
bolsillo de su blusa: Carmen Carbalho.
Me gustó todo. Olores, sabores…
-Uy, qué casualidad, dijo, son 23,30 euros, la
misma hora de cierre del restaurante.
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