Frankenstein, el Hombre del Saco, Drácula... |
Frankenstein fue el primero en llegar. Encontró la puerta abierta y se acomodó en el
fondo del armario, dejando espacio a los que estaban por venir. A continuación llegó el Hombre del Saco, sudando, porque había intentado atrapar a unos mocosos que se le
escaparon de las manos por muy poco. Más tarde, al anochecer, apareció Drácula
volando por la ventana. Visto el poco espacio que quedaba, se colgó del
perchero con las piernas para arriba y la cabeza para abajo. Al Coco nadie lo había visto nunca y, como aparte de feo, no sabían si era gordo, flaco, alto o bajo, decidieron reservarle el gavetero para él solo, suponiendo
que cupiera allí –y si no, haber venido antes-. El último en llegar, ¡auuu!,
fue el lobo, ¡auuu!, al que oyeron aullar a lo lejos y le hicieron sitio para que se echara entre zapatos y pantuflas, y no
pisarle el rabo. Cuando estuvieron todos dentro, se miraron unos a otros y se
preguntaron qué hacían allí tan apretados. Franky sacó su invitación y leyó en voz alta: “Hola, señores
amedrentadores. Quedan todos invitados a una reunión en el ropero de Juan sin miedo, el martes 13, en la calle Embaucadores, sin número 7, a la hora de
irse a dormir. Firmado: JSM”, y en ese momento vieron como Juan cerraba el mueble con dos vueltas de llave y una cadena con dos candados, por si fallaba
uno, y decía algo así como "Hay que ver lo simples que son, mira que
dejarse atrapar de esta forma. A partir de ahora la peña podrá dormir tranquila con todos estos tontos a buen recaudo".
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