Igual al vagón de equipajes eran de estrechos los abrazos y los besos. Con el “Piii, última parada”, finalizó el fugaz noviazgo entre maletas y bolsos tirados por el suelo. Por la ventanilla observaron policías haciendo preguntas. Se miraron y, como por arte de magia, retomaron su relación.
-Hi, soy Houdini, dijo con acento británico. Vestirse de mujer es la mejor forma de ocultarse como hombre, desveló sacándose peluca, vestido y prótesis mamarias.
-Encantada. Y así se esconde una mujer, vistiéndose de hombre. A mi… me dicen Coperfield, respondió mientras, junto a pantalón y chaqueta, se quitaba el vendaje de sus pechos bajo la camisa.
-My God, dear Coperfield. Ahora, si aceptas, cambiamos los papeles. Tú sales de guapo con… esta maleta nueva -la cogió del montón-, y yo de femme fatale con... este bolso rojo y gastado.
-Sí, acepto.
-Can I kiss you?
-Ya estás tardando, mon amour...
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