A
cada vuelta del tambor de la lavadora se le iban cerrando los ojos hasta que se
durmió envuelto en el aroma tradicional del jabón de Marsella… Hacia las ocho
de la tarde, el persistente tonillo de fin de programa con que el
electrodoméstico premiaba la doble jornada femenina, le sacó de aquel letargo. Allí,
en el cuarto de pileta, con las narices metidas en un revoltijo de ropa con el
sudor de la semana, despertó envuelto en una manta que esperaba turno de lavado
y con un pósit en la frente diciéndole que pusiera otra lavadora, que ella iba
a hacer la compra para el finde. Besos, cariño.
Bienvenid@s a CuatrocientosCuentos. Aquí encontrarás historias, vivencias, diálogos y relatos cortos salpicados de imaginación, creatividad, humor y sentido de la realidad. Adelante. Pasa. Espero que disfrutes (si te apetece, deja tus comentarios en las entradas. Gracias).
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6 de abril de 2015
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