¿Qué quieres, niña? |
Llegaba
justo a tiempo y descubrió una carrera en su
media como la maratón de Boston. Con aquella pinta no ganaba el pleito del que
robó sus propias gallinas durante un arrebato de doble personalidad. Tuvo que
apretar los labios con fuerza y apelar a su gran
capacidad de autocontrol para evitar la expulsión
de los demonios que se agolparon en su boca. Se dirigió al servicio. Se sentó y
cerró los ojos. ¡Hada madrina, hada madrina…!, suspiró. ¿Qué quieres, niña? Unas
medias nuevas, pidió incrédula a un par de piernas embutidas en sendos zuecos
blancos que asomaron bajo la puerta del váter precedidos de una mopa. ¿Te
servirán estas…? Se las caló de un tirón, dijo te quiero Maruca, le estampó un sonoro beso en
la boca (¡uy!) y, con un cambio radical en el semblante, entró en la sala dispuesta a
hacer desaparecer a aquellos ignorantes corruptos desmemoriados que decían no saber ni recordar nada.
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