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A sus puestos, listos... |
Bienvenid@s a CuatrocientosCuentos. Aquí encontrarás historias, vivencias, diálogos y relatos cortos salpicados de imaginación, creatividad, humor y sentido de la realidad. Adelante. Pasa. Espero que disfrutes (si te apetece, deja tus comentarios en las entradas. Gracias).
L i c e n c i a de autor
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20 de noviembre de 2016
A sus puestos, listos..., ¡ya!
5 de noviembre de 2016
Tres pelos de bruja
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Y ahora estamos aquí. |
Público:
Sí, bla, es Emi Grant, bla, bla, y su hija Thes, bla, he oído hablar de ellas,
bla... ¡Chist!, que empieza.
Presentador:
Silencio por favor… Les dejo con Emi Grant.
Emily
Grant (EG): Serían las doce de la noche. Tenía perdido el sueño y pensé hacer
algo. Cogí la escoba y… ¡booomb! Salí volando por el aire entre polvos y
destellos.
Thes
(Th): Sí, mami, como la bruja Piruja, tú me lo dijiste.
EG:
Y después, Thes, ¿qué pasó, cariño?
Th:
Me metiste en aquella mochila CE, hiciste otro conjuro mágico y ¡booomb!,
salimos por la ventana con escoba y todo.
EG:
Sí, ja, y fuimos a caer en medio de la calle, ja. Ja.
Th:
Y de pie, mami. ¿Cómo lo hiciste?
EG:
Así, tris (chascando los dedos). Y ya que estábamos allí, echamos a caminar
hacia algún lugar de Europa.
Th:
Y ahora estamos aquí. Miren: la escoba y la mochila.
EG:
Eso es todo. Muchas gracias (…las gracias, Thes).
Th:
Gracias.
Público:
…En una mochila CE, plas… después de salir (¿mami?) volando por la ventana,
plas… dos obuses (¿si?), plas… y ahora están aquí, en Europa, plas… (¿de verdad
tienes tres pelos de bruja?), plas, plas…
2 de septiembre de 2016
Del matrimonio, Campanilla y otras ilusiones ópticas
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¡Mariló, Bertín! |
¡Quiquiriquí! Ostras, las seis. Ricky, Ricky, que ya tocó,
digo, que ya cantó, ja, ja, la que salva tener un buen gallo. Y eso que había puesto
dos despertadores. ¿Preparas café y haces unas pastas para almorzar? ¡Cocoricó! Mariló, Bertín, arriba, hay que llegar
temprano al cole, riiing… vamos, digo yo, riiing… lo que
faltaba, riiing… el fijo ahora, riiing… Ricky, cógelo tú, será Adrián
pidiendo dinero, riiing… ¡Quicoricó! Que me voy, hazle una transferencia a tu
hijo y dale de comer a los conejos, yo ya le puse a la gata y al perrito. Para
Bertín la tortuga, el canario y los pericos, y Mariló que recoja los huevos de
las gallinas y los tomates de la huerta. ¡Cocoriquí! Adios-adiós, y no me
esperen a comer, que tengo la mamografía en el hospital… ¿dónde habré puesto…?
ni a merendar, que tengo pleno municipal… ¡aquí están! …ni a cenar, que tengo reunión
del APA, del AMPA, o como se diga. ¿Por qué me meteré en tantos líos? Nos
engañaron de pequeñas con el matrimonio, Campanilla y demás ilusiones ópticas.
El próximo verano nos vamos a París, Lisboa… a dónde sea. ¡Quiquiriquí! No,
Pavarotti, tú te quedas.
3 de agosto de 2016
Ticket to London
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¡Pum! |
Pisar podio iba a costarle caro. En la salida
no había contacto visual y las suprarrenales secretaban adrenalina como
surtidores de REPSOL… ¡Pum! Un maremágnum de ciclópeos gemelos patearon el
tartán como si fueran a pillar sitio en una conferencia de Stephen Hawking:
¡Toño!, lo que faltaba (¿…?). El primer trescientos lo corrió tras los clavos
de marroquíes y keniatas. Mantuvo la zancada y el segundo paso por meta lo hizo
en cuarto lugar. Aumentó el ritmo pero recibió un codazo (¡ouch!) que le
impidió colocarse en tercera posición: ¡Toño, cálmate ya, que me tiras de la
cama! (¿Qué…?). Sonó la campana y aprovechó el tirón para hacerse con el
segundo puesto. Lo peleó a muerte y al enfilar el último doscientos recibió un
empellón que lo lanzó al suelo (¡cataplof!) como un fardo: ¡Ahora no, Toño,
joder, que ya compré los pasajes! Ma, ¿qué le pasa a pa? Nada, Pacita, una – taque
- pilético. ¿Nada?, pero si está convulsionando: ¿se va a morir? Qué va,
Pacita, ni de coña, para eso trabajo en una clínica. Pero de conserje, ma, de
conserje. Da igual: lo empastillamos con Depakine y de aquí, Paz, tiramos pa´ Londres
como Gloria que me llamo.
17 de mayo de 2016
Más que una ventisca
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La Marinera |
8 de mayo de 2016
La culpa fue de Pepe
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¡Viva!, ¡viva...! |
Ella no la quería y él tampoco la buscó. De repente,
se encontraron una bonita amistad que no quisieron fastidiar, asunto ese que los adultos hacemos de maravilla. Cuidaron detalles, midieron palabras, calcularon bromas y
pusieron puertas a los sentimientos, pero los días empezaron a resultarles
cortos, las semanas breves y los meses, un suspiro. Las Navidades les
parecieron frías y aburridísimos los Carnavales. Hasta Semana Santa mantuvieron
la compostura, cuando las necesidades domésticas les llevaron a las puertas del
mercado como si a un photocall se
tratara: él pelado marine y ella con
melena suelta al viento; él de vaqueros y polo, y ella de frescos estampados
primaverales; él con pose a lo James Dean, pero sin moto, y ella luciendo una
sonrisa como el auditorio Adán Martín. A él le pareció ridículo soltar un hola,
cómo estás, y a ella patético el yo muy bien y tú, ¿qué tal?, así que sin saber
muy bien cómo ni por qué, se saltaron las líneas rojas y se fundieron en un
abrazo que duró, duró y duró hasta salir el sol por occidente. ¡Eso sí fue un
abrazo! Poco a poco, descendieron de las puntas de los pies donde habían
subido, asentaron los talones en el suelo, abrieron los ojos y dijeron sí, el
mundo sigue girando. Hicieron la primera compra juntos y salieron del comercio con
la sensación de haberse declarado amor eterno, para una temporada o, quizá, tan
solo para un rato, el tiempo lo diría. ¿Y el lunes, cuando lleguen al trabajo, qué? Tal
vez me echen la culpa a mí, a Pepe, el conserje, de que estuve pregonando por
ahí: “Esos se echan antes al monte que al patio de un convento”. A decir verdad,
no me importa, porque siempre lo hacen: si llueve, Pepe; si no llueve, Pepe…
pero ¡caray!, si se veía venir de lejos, si lo sabía toda la planta. ¿Saben? No
tengo cargos de conciencia y me alegro mucho por ellos. La vida se vive solo una
vez, y no dos. ¡Hala! ¡Qué la disfruten!
7 de mayo de 2016
Chica díver
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Elsa |
Soy feliz. De pequeña tenía pecas y una sonrisa ¡ja,
ja! en la cara. Como tardaba tanto en hacer las cosas, las educadoras me
contaban cuentos, cantaban canciones y hacían toda clase de actividades habidas
y por haber. Como no hablaba tan bien como otras niñas, la logopeda me enseñó a
soplar globos, a beber por pajita y a repetir trabalenguas como el de Pablito,
Paco y los cocos, y el de unos tigres que no estaban contentos, o algo así. Y
como aprendía con más esfuerzo que los demás, me pusieron una maestra a la que
llamaban Peté. Peté me enseñó a leer y a escribir, a sumar y a restar. También me
enseñó algo de inglés: what is this
colour? Red, is red… En el Instituto la orientadora me llamaba chica
díver. Cuando le preguntaba por qué, me decía: “Porque eres divertida”. Allí
conocí a un chico. Mira tú. Un chico. Nos hicimos amigos. Más que amigos, lo
siguiente. Cuando empezamos a salir me ponía roja como un tomate. Por eso se me
ocurrió la idea de cultivarlos. Huertas y huertas de tomates que vendo en el mercadillo a dos euros el kilo En el puesto de la Colorá,
me dicen, como el del timple. Soy feliz. Soy más trabajadora que muchos y más
diligente que otros. Me levanto con el sol y me acuesto con los mirlos. Nadie
me dice lo que tengo que hacer. Todos me quieren como si fuera su hija. Mira
tú, ¡cuántos padres! Y…¡ah!, se me olvidaba, también hago mermelada con los
tomates que sobran. Mmm, está muy rica. ¿Quieres probarla?
3 de abril de 2016
Comas, puntos y paréntesis.
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Vamos a comer, niños. |
Deja unos
puntos suspensivos… para luego soltar una coma, y hacer pensar en lo que vendrá después de anotar un punto y coma; crece la
tensión y se promete desvelar el desenlace a partir de este punto y seguido. Así que respira hondo y entre comillas explica brevemente a sus lectores lo que va a suceder después de los dos puntos: “el relato acabará justamente con este punto final (el que está después del paréntesis)”.
12 de marzo de 2016
Que me espere sentado
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...la bandera americana en la Luna". |
Soleada
mañana, bonitos trajes, delicada misión. Tocha al volante y Robledo, Bledo, al
lado. Encontrar a la mujer del jefe se nos antojaba como buscar una estrella en
el firmamento. Un brunch en la
cafetería Apolo XI fue la primera pista. La segunda, el tique del Alta
Velocidad con parada en Supernova, grandes almacenes con precios a años luz de la
competencia. La nube de asteroides uniformados que la rodeaban delataron su
presencia. Señora, el jefe… Señores, al jefe… Tocha y Bledo impelieron los asteroides
uniformados al espacio profundo y a la mujer del jefe adentro del ascensor. Una
vocecilla dijo: puerta se cierra… La entrepierna de Bledo acusó el golpe: guapa, rubia y contundente, pensó constreñido por el dolor. Las narices de Tocha
salpicaron de granate sus impolutas camisas: uno ochenta y noventa kilos, le
calculó intentando contener la hemorragia. Yo me quedé más tieso que la bandera
americana en la Luna… Señora, el jefe… La
vocecilla: puerta, se abre… Posó el pie en Últimas Novedades como si conquistara
Marte, se toqueteó el flequillo ante un expositor, y los asteroides uniformados
se sintieron atraídos nuevamente por su extrema gravedad. Sentado, Carlete,
dile que me espere sentado…
9 de marzo de 2016
Va a ser eso
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Ja, ja... |
Serán solo cien palabras. Vienes y cuentas un cuento en cien palabras. Vaya,
gracias, no me lo esperaba. No te digo que si lo esperabas o no, sino que
vengas y cuentes un cuento en cien palabras. Sí, sí, te lo agradezco, pero me pillas un poco de
sopetón. Da igual que te pille o no de sopetón, lo que digo es que vengas y cuentes un cuento en cien palabras. Aaah,
ya… Va a ser eso, ja, ja, ¿en cien palabras, no? Venga, hombre, dale otra vez… ja, ja. Y dale que te pego… Eso me lo contaba mi vieja de
pequeño, ja, ja, casi no me acordaba…
17 de febrero de 2016
La teoría del círculo.
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¡Ay!, cuánta razón tienes, Cicerón... |
31 de enero de 2016
Olivia en las ondas
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¿Olivia? |
A las ocho en punto estaba clavada ante las
puertas del estudio repitiendo por enésima vez Paca poco coco compra. Pulsé el timbre y esperé practicando con Manolo Medina mima el minino, Manolo…
¿Sí, a quién tengo el honor?, se oyó por el portero. Soy yo. ¿Y quién eres tú,
mi niña? Olivia, venía por la locución, ¿recuerda? Sí, sí…, esta cabeza mía.
Oye… ¿no habrás traído un gato? Nooo, que vaaa, me apresuré a responder. Miré
atrás por si venía alguno, subí al ascensor y pensé en erre, cigarro, barril y
ruedas de ferrocarril, perro prreferrí
dejarrlo ahí. Toc, toc, hola, venía por… ¡Qué mona!, pasa, estás contratada. ¿Estoy contratada? Sí, guapa, por setecientos euros. Habíamos dicho ochocientos. Pues ochocientos, corazón, faltaba más... Bueno, vale jefa. Entonces… ¿Entonces qué, cielo?
¿Empiezo ya? Claro, estás tardando; mira, aquí tienes el micro, allá está el
reloj y el guion… ¿dónde está el guion…? ¿Será este, jefa? Ese mismo es; ah, Olivia,
lo del gato… es que soy... ¿Alérgica, jefa? Sí, alérgica; eres un sol, Olivia,
y llámame Olga, seremos amigas. Lo estoy deseando, Olga, acepté de buena gana.
Bueno, basta de cháchara, concluyó al encenderse la luz roja: que estás en las ondas.
27 de enero de 2016
Matrícula gratuita
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Aula municipal de segunda oportunidad |
En qué momento de la educación de su niña habían empezado a equivocarse fue el tema del
debate. Las asistentes empezaron a tomar sorbitos de agua al confirmarles que
fue cuando le concedieron todos los privilegios y ninguna responsabilidad. Tuvieron
que abrir las ventanas y dejar correr el aire con la dejación de tareas escolares, el incumplimiento de
horarios, los noviazgos prematuros y las amistades peligrosas. Al enterarse de que
además se trataba de
cuando se abandonaron los estudios universitarios, se explicaron de golpe qué pintaba un desfibrilador en la clausura del Cursillo de Segunda Oportunidad para
Familias Escolarmente Fracasadas, promovido por la Concejalía de Apoyo Familiar Incondicional.
6 de enero de 2016
¿Cuándo fue?
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¿En qué momento habían empezado a equivocarse? |
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