7 de septiembre de 2013

La llave...

Ande, deme... deme la llave...
...de la taquilla
-A ver, señora, póngase a la cola.
-Si me toca a mi.
-No señora, no. No le toca a usted. Tiene que esperar su turno. Póngase ahí, en la fila.
...
-¿Es lo suyo? Un par de calcetines blancos (¡madre mía!). 1,50... No, no... Con uno de cinco euros bastará. Deme... y tome, el vuelto. ¿La llave de la taquilla?
-¿Qué...? ¿La llave... de la taquilla?
-Si señora, la llave.
-¿De la taquilla?
-Si, la llave de la taquilla.
-La llave de la taquilla.
-De la taquilla.
-No la tengo.
-Si la tiene.
-No la tengo, no la cogí.
-No me diga eso. Todas las personas que entran en la tienda dejan su bolso en la taquilla y cogen la llave. Usted entró, dejó el bolso en la taquilla.... Cogió la llave.
-No... No la tengo.
-Intente buscarla al menos, ande. Tiene que llevarla encima. En su chaqueta, en los bolsillos...
-No la cogí.
-Puede meter sus manos en los bolsillos, por favor...
-No la tengo...
-Que meta sus manos en los bolsillos, señora, en los bolsillos, bol-si-llos.  En los bolsillos. Meta sus manos en los bolsillos.
-Uy... Mire... La llave... Yo pensé...
-Ve usted, señora, ve usted. Ande, deme... deme la llave... Y no piense tanto.
...
-Madre, que despisteee...
-No se ría caballero, porque esto pasa todos los días, todos los días.
-No lo hacía. Faltaría más. Es la situación. Resulta increíble. ¿Cómo sale sola a la calle? ¿Cómo?
-Pues sale.
-¿Estaremos igual cuando seamos mayores?
-¿Usted no olvida cosas?
-¿Qué si olvido cosas? Gracias a la agenda.
-Pues ahí lo tiene. A la vuelta de la esquina, oye, como quien dice.