3 de agosto de 2016

Ticket to London

¡Pum!
Pisar podio iba a costarle caro. En la salida no había contacto visual y las suprarrenales secretaban adrenalina como surtidores de REPSOL… ¡Pum! Un maremágnum de ciclópeos gemelos patearon el tartán como si fueran a pillar sitio en una conferencia de Stephen Hawking: ¡Toño!, lo que faltaba (¿…?). El primer trescientos lo corrió tras los clavos de marroquíes y keniatas. Mantuvo la zancada y el segundo paso por meta lo hizo en cuarto lugar. Aumentó el ritmo pero recibió un codazo (¡ouch!) que le impidió colocarse en tercera posición: ¡Toño, cálmate ya, que me tiras de la cama! (¿Qué…?). Sonó la campana y aprovechó el tirón para hacerse con el segundo puesto. Lo peleó a muerte y al enfilar el último doscientos recibió un empellón que lo lanzó al suelo (¡cataplof!) como un fardo: ¡Ahora no, Toño, joder, que ya compré los pasajes! Ma, ¿qué le pasa a pa? Nada, Pacita, una – taque - pilético. ¿Nada?, pero si está convulsionando: ¿se va a morir? Qué va, Pacita, ni de coña, para eso trabajo en una clínica. Pero de conserje, ma, de conserje. Da igual: lo empastillamos con Depakine y de aquí, Paz, tiramos pa´ Londres como Gloria que me llamo.