31 de marzo de 2015

Boop, boop...

B.B.
Pudo ser la falta de previsión, o quizá el estrés del viernes, lo que llevó a la joven abogada a cometer el imperdonable error de olvidar sobre su mesa el expediente para el lunes. El anterior fallo le costó la suspensión de privilegios adquiridos y no estaba dispuesta a que un tercer despiste la dejara en evidencia y cuestionara su valía profesional. Lenguaje no verbal, se dijo mirándose al retrovisor, decidida a regresar desde el garaje en busca del archivo. Soltó su melena, repintó los labios y, sacando una pierna fuera, comprobó que la altura del tacón era perfecta... El guardia de seguridad cedió el paso a Lucy; las trabajadoras de limpieza saludaron a la Señora Smith; los de mantenimiento se creyeron en Sin City cuando Mijo los sobrepasó sin pedir permiso, y el jefe regaló un indulto a Betty Boop sin que esta llegara a comunicar delito alguno.

30 de marzo de 2015

Juanillo: 1990-2015.

A nadie se le ocurrirá que solo quiso volar, como antes. Tenía la cabeza llena de pajaritos. Ay, si no hubiera visto ese documental sobre Leonardo... Pobre. Tan solo. Sin padres, sin familia, sin lugar a donde ir... Y tan joven. Era un espíritu libre. Pensarán que se cayó por la ventana mientras aireaba las sábanas, o que se precipitó desde la azotea mientras tendía la ropa. Y, claro,  pasó lo que tenía que pasar. Qué le vamos a hacer. Pondremos en el epitafio: Juanillo, 1990-2015: Quiso volar lejos y se cayó desde el balcón.

15 de marzo de 2015

Pío, pío

Pío, pío...
Seguía atrapado allí dentro, y no podía salir. ¿Cuánto tiempo llevaría encerrado? Era como si siempre hubiera sido así. La de cosas que iba a hacer cuando saliera... Comenzó a percibir luces y sonidos fuera. El calor se hizo insoportable y el lugar más estrecho, constriñéndole de tal forma que se vio impelido a quebrar las paredes que le aprisionaban hasta sacar la cabeza al exterior. Pío, pío, fue todo cuanto alcanzó a decir.

6 de marzo de 2015

Amarillas, rosas y azules

Se conocieron en la fiesta de jubilación...

Se conocieron anoche, en la fiesta de jubilación, y hoy se levantaron en el piso de él aireando sus vidas y recogiendo los bártulos. Empezaron ordenando los cacharros de cocina; después limpiaron el baño y, cuando pasaron al dormitorio, hicieron su maleta con lo imprescindible, que era todo. Terminaron guardando los cuadros, títulos y certificaciones que decoraban las paredes del salón… En la casa de ella no había ropa que recoger ni basura que sacar, pero las cajoneras escondían más folios, subrayadores y pósit amarillos rosas y azules que flores tenía el campo. Y cuando enfrentaron las baldas que les sonreían bajo el peso de libros y archivadores, a él se le escapó un uf, qué grande es esta casa, y a ella un ay, qué larga es esta vida, y a los dos un qué caray, si podía vivirse dos veces, y qué bueno, ¿no?, y qué viva la esperanza de vida esa, y qué viva, viva, viva… Se hicieron unos selfis, mandaron unos whatsapp a sus hijos diciendo que se ausentarían una temporadita, y salieron a la calle con el corazón henchido, las manos entrelazadas y las ideas locas.