13 de febrero de 2014

Exit

¿No le gustaba la música?
Había brotado en medio del huerto un imponente piano de cola y aun palpitaban fuertemente sus corazones tras haber visto desaparecer al del fagot bajo un timbal caído del cielo. Las nueve. Sus padres les volverían a reñir por llegar tarde a casa. Las flautas miraron atrás y aún pudieron distinguir el cartel de ENTRADA. El violín primero trató de continuar, pero el piano abrió la tapa y se la tragó. Ja, ja, ja, rieron nerviosas. ¿No le gustaba la música?, pues con ese piano acompañante se iba a enterar. Continuaron por la ruta y, cuando ya vislumbraban la señal de EXIT, tres espeluznantes atriles les cortaron el paso.

Por una de 24

De puntillas 
Suspiró profundamente y recogió dos cubiertos Cruz de Malta caídos al suelo durante la cena. Comprobó que no había nadie que se chivara al catering, los ocultó en la chaquetilla, picó una aceituna, se lío la bufanda al cuello, y salió como si se hubiera acostado con el vecino de enfrente: de puntillas. Era lo convenido, 150 euros por servir la cena y salir pitando. ¿Cuántos te faltan?, le preguntó el noviete observando el botín de la noche. Dos tenedores y tres cucharillas de postre, para una cubertería de 24. ¿El cucharón? Lo tengo. ¿Y te arriesgas tanto por…? Mi madre, la pobre, nunca tuvo una.