17 de febrero de 2020

¿Uve o eme?


¿Ve?
Ahora ya vestido del sexo opuesto, se miró ante el espejo. Vistazo a un perfil, luego al otro. Perfecto. O perfecta. Retoque de carmín. Como el entrevistador era hombre, iba de mujer. Lo aprendió del carnicero cuando le vio dar lomo fresco a una chica y a él le encasquetó un pollo seco a punto de jubilarse. ¿Ve?, me llamo Noa, le dijo al entrevistador señalando con el índice sobre el DNI. Las ventajas de tener un nombre neutro, pensó. Por lo general no pasan de ahí. Ven la foto, leen el nombre y te miran. Nunca se fijan en la V o en la M.



Nota: Si quieres oir el microrrelato narrado por el autor, clica aquí (Música tomada de la biblioteca de audio de Youtube: Baltic Levity - Thatched Villagers de Kevin MacLeod está sujeta a una licencia de Creative Commons Attribution (https://creativecommons.org/licenses/by/4.0/)

11 de febrero de 2020

Sandeces

Greta Thunberg

"El árbitro añadió 14 minutos", logré decir: buh, ¡atontado!, ¿no has oído nada mejor? 

Se trataba de subir al escenario y decir la mayor sandez oída hasta el momento. 

Un agricultor cabreado por la sequía, no, por la tormenta, no, por la sequía, dijo “el cambio climático es un invento de los ecologistas”: aplauso, esa ha estado buena, ¡aprende, atontado! “Este será el siglo de la igualdad”, dijo una jubilada disconforme con su indecente pensión: levantada del público, ovación cerrada, vaya con la señora. Y un alumno de primaria dijo “aún podemos salvar el planeta”: ja, ja, pobre chico, eso no es una sandez, ¿dónde lo habrá oído?, no ha entendido bien el concurso. 

4 de febrero de 2020

Y tú, ¿qué opinas?

"...se apoyó en el brazo de sus allegados"


Empezó a llorar. Es lo normal en esta situación, pensaron los más allegados. Una mosquita muerta es lo que es, con ese lloriqueo de chihuahua desamparado, mascullaron los de más allá. De felicidad, opinaron los del fondo, esa mala pécora lo llevó a un centro de salud, donde no hay Urgencias, en lugar de al Hospital General... Los de la funeraria metieron el ataúd en el coche y enfilaron hacia el cementerio. Ella se apoyó en el brazo de sus allegados, vio como los de más allá caminaban mirándose los zapatos, y observó a los del fondo escudriñando el cielo por si llovía.