7 de septiembre de 2015

Te fuiste, socio.

Había que tener un traje gris.
Pedían mayoría de edad, el Graduado en ESO y residir en el municipio. Puntuaba la experiencia en esteticismo, escayolista o composición floral. Era imprescindible disponer de un traje gris, de corbata y debían abstenerse depresivos e hipocondriacos. Las pruebas se celebrarían el sábado por la mañana y consistirían en redactar una esquela, recitar un epitafio y sellar una tumba. Las dos primeras se realizarían in situ, en la sala de espera de la empresa, y la tercera en otro situ, en el camposanto municipal. Y así fue. Lo de la esquela lo resolvió en diez minutos, pues llevaba bien aprendido aquello de “…tíos, primos y demás familiares…”. Como epitafio declamó un “Te fuiste, socio” fácilmente adaptable al sexo femenino cambiando la o por la a. Para el sellado de la tumba vertió media bolsa de yeso en un balde con agua, colocó la tapa del nicho, y lo enfoscó todo en un santiamén. Observó gestos de conformidad, recibió tres palmaditas en el hombro y le dieron el puesto. Un mes de prueba, le dijeron. ¡Ah!, y que mañana tenían el servicio de Rafael Tarta Ruibarbo, Felo el pastelero, para más señas. Que Dios lo tenga en su gloria.

1 de septiembre de 2015

Algo pasa en el bosque.

El Consejo del bosque
El Consejo del bosque se reunió a petición de hadas y gnomos. Las luciérnagas seguían alumbrando, pero las hormigas descansaban una hora de cada cinco trabajadas, y las mariquitas vestían con lentejuelas. ¿Alguien sabe qué está pasando? Los búhos miraban con los ojos muy abiertos sin decir nada. Los ciervos correteaban de acá para allá, depositaban caquitas, y regresaban correteando de allá para acá. Y los osos, ¡ay los osos!, se habían ido a hibernar esa misma tarde. Así que preguntaron a la oca. Pero la  oca se hizo la loca y se limitó a sacudir la cola. Luego preguntaron a un salmón del río, pero abría y cerraba la boca sin articular palabra. Por último se dirigieron a una paloma torcaz, pero su respuesta fue poner un huevo… ¿Es que a nadie le importa resolver esto? La tortuga sugirió que quizá no había nada que resolver. A fin de cuentas, quién no agradecía que las ranas se callaran un rato. Así que el Consejo dio las buenas noches y levantó la sesión, dejando constancia de que si alguna criatura quería seguir haciendo lo mismo, dejar de hacer algo o hacer otra cosa diferente, podía hacerlo.