22 de febrero de 2018

De pesca

De pesca
Con los pies a remojo mientras pescaban se hacía más llevadera la espera. También ayudaba el vino fresco jerezano. Su mujer metió la mano en la cesta y notó que el pan estaba aún caliente. Acordaron hacer dos bocadillos: uno de queso para él y otro de serrano para ella, porque la lactosa le dañaba el intestino. Para abrir boca, mordisqueó una manzana y ofreció un plátano a su marido. Mecachis, con tanto útil de pesca no se puede comer tranquilo. 

14 de febrero de 2018

Por los pelos.

¡Aquí!
Se quedaban discutiendo dónde pondrían el sofá, en qué lugar colgarían los cuadros o cómo pintarían la casa al verse, por fin, viviendo juntos después de abandonar el nido familiar donde todo estaba bien planchado y la mesa recién puesta. Aquí, dijo, él; allí, dijo ella; esto no funciona, dijeron los dos, y se fue cada uno por su lado. Suerte que no firmaron nada.

Mejor, ahora.

¡Recojan la mesa ya!
-Ya recogerán la mesa mañana es lo peor que puedes decir, porque te oyen.
-¿Tú crees?
-Vaya si creo. E igual de malo es Si quieren, pueden recoger la mesa ahora, porque te pueden decir Ahora no queremos. Y no pidas por favor algo tan simple, porque parecerás una pazguata integral.
-¿Tú crees?
-Vaya si creo. De hecho, después de que tú hayas hecho la comida y tantas cosas más, recoger la mesa es lo más fácil. Por eso te recomiendo un Recojan la mesa ya, o  Recojan la mesa porque mañana no comen.
-¿Tú crees?
-Vaya si creo.

7 de febrero de 2018

Ratas, ratas...

"...los gatos entraban tensos y acechantes..."
Los rincones vacíos de la casa ya desmantelada cobijaban ratas como liebres. Lo supe porque los gatos entraban tensos, escuálidos y acechantes y salían con la panza llena a reventar, bamboleándoseles de un lado a otro, como cuando te tomas tres platos de sopa en el albergue y el estómago te hace chocloc, chocloc. Gracias a ellas, superé varios inviernos que antes eran fríos y ahora son gélidos. Armé unas ratoneras y atrapaba una media de diez ratas diarias. Los laboratorios del centro decían ahí viene el flautista de Hamelin y me las pagaban a tres euros la pieza para sus experimentos.