29 de marzo de 2014

Desequilibrio en el ecosistema

"El minino se merendó al loro."
-Luego cruzó el pasillo, bajó al sótano y mató al prisionero, Señor.
-Al pájaro, querrá decir.
-Si, al pajaro. Disculpe, Señor. es la jerga militar.
-Continúe.
-Pues eso. Vi a la otorringóloga con la jaula y le ofrecí transporte hasta su casa.
Ornitóloga, soldado!
-Ornitóloga, Señor. Colocó la jaula en el sótano y me ordenó vigilar al gato.
-¿Y desobedeció la orden?
-No, pero cuando se enteró que me llamaba Perico, me invitó a anidar. Bastó un despiste en los preliminares para que el minino se merendara al loro. Se enfadó muchísimo. Consigo misma. Lo siento, me dijo, pero este desequilibrio en el ecosistema me impide finalizar el cortejo.

20 de marzo de 2014

Al primer beso

¡Uy!
La vergüenza que nos ganamos aquella noche, en cambio, nos acompañaría para siempre. A mí, de hecho, me persiguió toda la vida. Aun hoy siento taquicardias cuando lo recuerdo. Fue  en la plaza y con la hija del alcalde, en un momento en el que nos preocupaba más la satisfactoria evolución de nuestros caracteres sexuales secundarios que aprobar el Graduado en ESO. Nos metimos detrás de un tambaleante decorado carnavalero que se vino abajo al primer pico. Pero fulanita, ¡uy!, pero menganito, ¡ay!, a estas horas, un paseo, ¡un paseo!, se nos cayó encima, ya vemos…  Años. Años ha estado mi madre preguntándose por qué acelero el paso cuando me acerco al Ayuntamiento.

14 de marzo de 2014

400

Cuatrocientos
Nuestros mismos ojos, dijo, masajeándose las ojeras con el índice mientras se observaba por el retrovisor. Nuestro mismo pelo, ironizó, surcando las canas con los dedos. ¡¿Qué es esto?! ¿Manchas en las manos...? Estacionó como pudo, cargó el bolso a la izquierda y salió disparada hacia al despacho. ¡Corra, jefa, ahora son cuatrocientos! ¿Pero ya viene usted sudando...? Aquel trabajo le estaba pasando factura. ¿Quién se lo iba a agradecer? ¿La comisaria europea Malmström? Tendría que estar allí, ahora. Abrió la ventana y con el fresco se coló un quiquiriquí desde no se sabe dónde. A ti tampoco te oirán en Bruselas, pensó.

9 de marzo de 2014

Matías, el tonto.

Hay que ser tonto
Tanto visitante inesperado me ponía de los nervios. Sobre todo la mujer con Los pendientes en forma de corazón y gargantilla a juego. ¿Cómo podía ser tan, tan..., tan  no se qué? ¿Acaso no veía el cartel con los horarios de visita y las ganas que tenía de cerrar la puerta y largarme para casa? Una y otra vez acudía fuera de hora, y una y otra vez tenía que repetir lo mismo: vuelva usted mañana, pero de cuatro a once.  Hoy noté un brillo en su mirada. Es tarde, tendrá usted… (no terminé la frase). ¿Qué volver mañana (concluyó ella)? Serás tonto, Matías, ¿no ves que vengo por ti?

5 de marzo de 2014

10 tabletas de chocolate

Choco, pasó por mi casa, late, de mi corazón. 
Tanto visitante inesperado en la clausura del festejo desbordó las previsiones municipales. Para aquel tropel de gente necesitaríamos más chocolate. ¿Qué hacemos, alcalde? Trae otras 10 tabletas, Mauricio. Turistas como estos nos sacarán de la crisis, no te quepa la menor duda. Hice un gesto y Paquillo salió zumbando hacia el mercado con una bolsa plástica que se agitaba en su mano como la bandera de La Benemérita cuando azotaba el viento. ¡¿Cuántas, Mauricio?! Me gritó el pillastre en plena carrera. ¡Diez! Y levanté las manos mostrando a las claras que la sierra de carpintero me había segado más de un dedo. ¡Malditos turistas!