17 de abril de 2017

Tacón, tenis, china.

"...alineaba cochecitos..."
Encendió el tablet y abrió el archivo. ¿Ya estás pegado?, masculló su mujer. Él buscó sus ojos y torció el gesto, confirmando lo evidente. Se metió en la historia e imaginó una niñita con poderes y padres detestables que acaba siendo adoptada por su cándida maestra… Su mujer trataba problemas escolares y contaba casos como el del niño que alineaba chapas, cochecitos y zapatos (los de su madre): tacón-tenis-china, tacón-tenis-china. Volvió a su  historia e imaginó un ogro que rescata a una princesa para recuperar su ciénaga… Otro caso que contaba su compañera era el de una chica desprotegida que asumía roles autoritarios: “Soy la directora”, decía, poniendo gesto adusto y brazos en jarra. Por enésima vez retomó su  historia y pensó en una hacker que abrasa a su padre con una cerilla y un bidón de gasolina… Su pareja también contaba el caso de Ray, al que preguntó qué animal tenía cuatro patas y hacia guau, y contestó que un hipopótamo porque su capacidad atencional daba justo para dos palabras: cuatro y patas. No, definitivamente no tenía historia ni personaje. Cerró el archivo sin guardar cambios y apagó el tablet presionando tres segundos la tecla off.

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