9 de noviembre de 2012

Mi héroe



De ese trabajo tan poco edificante no puedes esperar nada bueno, Susan, susurró Paul mientras bebían cola y compartían palomitas en los Yelmo. Susan se removió imperceptiblemente en la butaca mientras las estrellas de la Paramount correteaban por la pantalla,  y él volvió a la carga soplándole al oído: ¡Mírate!, pareces Johnny Deep en Sombras Tenebrosas. Haz algo con tu vida o perecerás abrasada en los Océanos de fuego que atravesó Vigo Mortensen a lomos de su mustang:  córtate el pelo, practica body pump, vístete de Prada… Ponte bien contigo misma para que las personas que están a tu alrededor también se sientan bien. Susan tragó saliva, se secó con el dorso de la mano una lágrima delatora que corría por su mejilla  y, cuando  quiso decir algo, a quien la sala oyó fue a Pepper Potts diciendo: “Ironman, gracias por estar ahí cuando más te necesito”.

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