14 de noviembre de 2012

Y un pavo para Navidad


Con la complicidad de la noche, Marcia giró la llave del contacto y el viejo cuatro por cuatro arrancó bufando como un toro que arremete contra las puertas del comercio y se lleva por delante cristaleras, cajas y estanterías hasta empotrarse en la sección de alimentación. Una breve mirada y un cabeceo aprobatorio son las señales para que el chico salte del vehículo y cumpla fielmente su cometido: pastas (1 kilo); tomate frito (pack de tres); salchichas (10 unidades); queso rallado (especial pastas) y algunos zumos para tomar. ¿Algo más? Si, coge unos botes de leche de continuación para tu hermano. Y… , ¿puedo llevar un pavo para Navidad? Claro, hijo, no creo que lo vayan a echar en falta. El chico introdujo la mercancía por una de las ventanillas y saltó al interior del Jeep cuando este ya retrocedía velozmente empujando estanterías, cajas y puertas hasta salir al exterior para, dando un brusco volantazo, enfilar la avenida y perderse en la distancia salpicando la calle con los restos de aluminio y cristales que habían quedado enganchados en el guardabarros.

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