12 de marzo de 2016

Que me espere sentado

...la bandera americana en la Luna".
Soleada mañana, bonitos trajes, delicada misión. Tocha al volante y Robledo, Bledo, al lado. Encontrar a la mujer del jefe se nos antojaba como buscar una estrella en el firmamento. Un brunch en la cafetería Apolo XI fue la primera pista. La segunda, el tique del Alta Velocidad con parada en Supernova, grandes almacenes con precios a años luz de la competencia. La nube de asteroides uniformados que la rodeaban delataron su presencia. Señora, el jefe… Señores, al jefe… Tocha y Bledo impelieron los asteroides uniformados al espacio profundo y a la mujer del jefe adentro del ascensor. Una vocecilla dijo: puerta se cierra… La entrepierna de Bledo acusó el golpe: guapa, rubia y contundente, pensó constreñido por el dolor. Las narices de Tocha salpicaron de granate sus impolutas camisas: uno ochenta y noventa kilos, le calculó intentando contener la hemorragia. Yo me quedé más tieso que la bandera americana en la Luna…  Señora, el jefe… La vocecilla: puerta, se abre… Posó el pie en Últimas Novedades como si conquistara Marte, se toqueteó el flequillo ante un expositor, y los asteroides uniformados se sintieron atraídos nuevamente por su extrema gravedad. Sentado, Carlete, dile que me espere sentado…

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