9 de mayo de 2013

Rico, rico...


La familia Telerín
Esa noche la tropa cenó compota. Había que ver a aquella jauría de hambrientos mercenarios sobreentrenados, rapados a lo Jeremy Renner en En Tierra Hostil, salivando ante el único establecimiento que mantenía luz en su interior: APOTHEKE, rezaba el letrero sujeto por una ventosa al cristal de una cochambrosa puerta que hicieron saltar por los aires de un empellón, para arramblar después con el stock completo de comestibles envasados que existían en la botica y que, según la información que contenían sus primorosas etiquetas en tonos pastel, hacían crecer fuerte y sano: clásico de manzana golden; de plátano y manzana; tres frutas (sin azúcares añadidos); macedonia de frutas y galletas; verduritas de la huerta con pollo… todo ello a regar generosamente con zumos de naranja y zanahoria cien por cien naturales y ecológicos. Rico, rico… Se le oyó decir arrastrando las palabras al más veterano, mientras lanzaba por encima de su hombro derecho el cuarto potito de pollo con arroz para abrir otro (clac) de ternera con zanahoria. Parecemos La Familia Telerín, escupió. ¿Alguien se anima con el vamos a la cama que hay que descansar? ¿O llamamos directamente a la canguro para que nos lea El lobo y los siete cabritillos antes de meternos en la piltra?





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