6 de abril de 2015

Besos, cariño.

Muac, muac.
A cada vuelta del tambor de la lavadora se le iban cerrando los ojos hasta que se durmió envuelto en el aroma tradicional del jabón de Marsella… Hacia las ocho de la tarde, el persistente tonillo de fin de programa con que el electrodoméstico premiaba la doble jornada femenina, le sacó de aquel letargo. Allí, en el cuarto de pileta, con las narices metidas en un revoltijo de ropa con el sudor de la semana, despertó envuelto en una manta que esperaba turno de lavado y con un pósit en la frente diciéndole que pusiera otra lavadora, que ella iba a hacer la compra para el finde. Besos, cariño.

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