19 de enero de 2013

Dos palabras

Mientras dejo las pastillas en las hierbas altas Lucía se inclina hacia adelante y,usando sus manos como un cuenco,sorbe agua fresca de la antigua fuente cercana al pino centenario donde nos solemos encontrar desde hace tanto tiempo. Ese es nuestro lugar favorito. Las pastillas son de diferentes colores: azules, amarillas, verdes, rojas, naranjas… y cada una lleva una letra sobreimpresa. Lucía coge una pastilla, identifica la letra, le busca la orientación adecuada y la deja encima del  estrecho borde de la fuente con cuidado, ¡con cuidado!, para que no resbale adentro; a continuación yo coloco la siguiente pastilla y seguimos así, letra a letra, hasta formar una palabra y completar, por fin, un pensamiento. Ese es nuestro juego favorito. Quizá parezca sencillo pero, por más veces que lo hemos intentado, nunca pasamos del “T-e q-u-i-e-r-o”. Esa es nuestra frase favorita. Luego cruzamos las miradas, encogemos  nuestros hombros y, como si lo hubiéramos acordado previamente, empujamos de una vez todas las pastillas al agua, observando cómo se hunden en un lento balanceo, mientras nuestras miradas bucean hacia el fondo buscando captar unos últimos destellos que confirmen los resultados del juego y nos den cita para un próximo reencuentro.
 

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