9 de enero de 2014

Piernas de jilguero.

Carduelis, carduelis (Jilguero, jilguero). Si, es un jilguero.
Naricilla respingona y un cuerpazo de escándalo que hipnotizaba al personal mientras quemaban lípidos al ritmo de los Black Eyed Peas. Y allí estaba el que nunca faltaba a sus sesiones… Torpe y calvo, embutido en una malla deportiva que perfilaba su redondez a duras penas sostenida por dos piernas de jilguero. La cara de la monitora lo decía todo: por mucho que lo intentara, el pánfilo no pillaba aquél ritmo ni actuando como marioneta. Terminada la sesión, coincidían en el lavabo, se enganchaban por la cintura y salían del gimnasio más apretados que tuercas de submarino.

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