19 de diciembre de 2014

Adiós, Pluto.

El mensaje era claro, conciso, breve y letal: no insistas, decía. Pero no estaba seguro de que lo hubiera captado. Usted ha hecho todo lo que ha podido, continué hablando para hacerla reaccionar. Sé que lo quería mucho, que era un compañero inseparable, pero es ley de vida. Perdone que le diga esto, pero ya sabe qué hacer para aliviar el sentimiento de pérdida:  búsquese a otro. A usted se le pegan a las faldas nada más salir a la calle… Ella se quedó allí, a su lado, mirando el cuerpo inmóvil, esperando que sus pulmones se expandieran una vez más. Pero a Pluto no se le movió un pelo.

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