Es este. El 115. Cerraron la puerta tras su
espalda, dejaron las copas por aquí, soltaron las maletas por allá, e hicieron volar
sombreros y chaquetas, aflojaron hebillas y cordones, desabrocharon botones, deshicieron lazos y desataron
cinturones incapaces de contener por más tiempo los empujes del deseo. Si lo
hubieran planificado no hubiera salido mejor. La respiración se entrecortó, el ritmo cardíaco se aceleró y
los pulmones bombearon el oxígeno que necesitaba aquel ataque de pasión.
Habían tenido mucha suerte. Los seleccionaron in extremis para el servicio del buque más grande del mundo e iban
a aprovechar aquella oportunidad que les brindaba la vida. Cobrarían un buen
sueldo y al finalizar el crucero tendrían dinero suficiente
para empezar casi en cualquier sitio. Con las manos entrelazadas y el corazón
palpitante, dijeron adiós al pasado y sus miradas buscaron un futuro
esperanzador en la dirección que les marcaba la proa. El horizonte parecía estar más cerca y las
estrellas al alcance de la mano. ¿No era increíble? Definitivamente el 115 iba
a ser su número de la suerte.
Bienvenid@s a CuatrocientosCuentos. Aquí encontrarás historias, vivencias, diálogos y relatos cortos salpicados de imaginación, creatividad, humor y sentido de la realidad. Adelante. Pasa. Espero que disfrutes (si te apetece, deja tus comentarios en las entradas. Gracias).
L i c e n c i a de autor
Este obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.
6 de diciembre de 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario